Historia del Bando de la Huerta de Murcia parte I

La única referencia escrita sobre los orígenes del Bando de la Huerta, se ha podido encontrar el libro escrito por D. Juan Torres Fontes en 1973, “ La Huerta de Murcia y su Desarrollo”. Describe el Sr. Fontes que los orígenes de festejo, se remontan al año 1849. Surge de una tertulia en la botica de San Antolín, donde se reúnen un grupo de murcianos amantes de las tradiciones huertanas. Acuerdan organizar una comparsa que recorra las calles de Murcia el primer día de carnaval. Entre los contertulios se encontraban, Joaquín López, uno de los primeros que utilizaron el lenguaje murciano. Entre sus principales “soframas” se encuentra, Perolata que dá el arcarde que ha buerto a empeñar la vara a sus felegreses y avacinaos del Partío, la pronuncia el domingo de carnaval de 1876. Otros de los contertulios serían, el cura Miguel Ortega, el boticario D. Miguel Rubio Arroníz, que detalla las “soflamas” leidas en 1854, y el médico Juan Antonio Soriano Hernández, entre sus obras mas importantes se encuentran; “Ca presona pa su ese”, sainete original en verso que se estrenó en el Teatro Romea el 31 de mayo de 1887; y “La politica en los Garres”.

Esta primera etapa que abarcaría hasta el 1865, perdiendo fuerza y desapareciendo durante un periodo de diez años.

El diario La Paz de Murcia ( 11/01/1876) decía “ Murcia volverá a ver aquellos alegres días de otros tiempos, verá inundadas sus calles de gente que acude atraída del lujo y del espectáculo; y habrá vida y movimiento …” .  Era este año cuando se vuelve a recuperar lo que en aquellos tiempos se conocía como Bando de la Huerta,  que serían unas mascaradas que durarían los tres días de carnaval, y cuyo objeto era la publicación del Bando de  la  Huerta, documento escrito en leguaje corrompido de los labriegos de la época. Esta recuperación pudo realizarse gracias al entusiasmo de la juventud, la cooperación de todas las corporaciones y a los esfuerzos del periodista José Martínez Tornel, (1845-1916), Joaquín López, Secretario de la Junta y Pedro Aceña.

En esta ocasión el Bando saldría, por la mañana, de la Plaza de Toros de San Agustín, en San Andrés, construida, junto con la Iglesia de San Miguel, por el arquitecto murciano, Juan Antonio Alcázar Sánchez, y correría por  las calles Nueva y Val de San Antolín, Plano de San Francisco, Plaza de San Julián, calle y Plaza de San Pedro, calle de la Frenería, Plaza del Palacio ( hoy Cardenal Belluga), calle de Salzillo, Príncipe Alfonso, Platería, Plazas de Monassot y de la Carnicería, calle de la Lencería, de San Nicolás, de Santa Teresa, San Antolín, Nueva de San Agustín, Plaza de San Agustín, donde se daria por teminado el desfile.

Desde primeras horas de la mañana, la Plaza de San Agustín estaba notablemente concurrida, hasta ella llegaban los caballeros con sus albardados y borricos, y los jóvenes más distinguidos de la ciudad ( señeritos de la huerta, los llamaba, J. M.Tornel), con su trajes característicos de la huerta. Abría la mascarada dos majos a caballo, de un carro todo adornado de palmas, flores y hortalizas, huertanos y huertanas. En otro carro figuraban dos acomodados panochos, seguidos de la carroza “Neptuno”, el Dios de las Aguas;  la mascarada finalizaba con una banda de música, la juventud médica, con lujosos trajes de la huerta y la carreta estrado en donde iría Joaquín López, José Martínez Tornel y tres amigos representando la autoridad del Perráneo, desde donde se darían lectura a los bandos.

El de este año tenia por título Desahogo canibalesco, que desemboca, JUAN PERETE SÁNCHEZ ZAMARRA ARISTONES Y FERISNEAS, “en estos días de carrestuliendas, pa divertimiento del prúblico y anchura de su pecho al golver  a empuñar la vara de la perranía del Menacho”.

Al año siguiente de esta segunda etapa, 1877,  se pretendía  que el carnaval tuviera un mayor auge y esplendor. Sin embargo se aprovecha para ironizar grotescamente sobre las costumbres y tipos de la huerta de Murcia. Saldría a las 9 de la mañana, con una gran concurrencia. Lo componían diez o doce carruajes. Los encargados de leer los bandos serían, D. Joaquín López y D. José Martínez Tornel.

No contento del modo en que se estaba desarrollando esta fiesta popular, al año siguiente 1879,  Martinez Tornel, critica duramente, el Bando de la Huerta. Una de sus frases sería ” Este Bando mascarada anárquica, que es imposible ordenar, rara vez tiene un pensamiento ingenioso. Redúcese  a seis u ocho carretas muy adornadas de verde alfalfa, multa, palma, naranjos desgajados, y coronadas de huertanos de pega que no van representado nada….” Continúa diciendo que el disfraz no puede ser más barato y está al alcance de cualquier basurero. En su artículo aboga por que la cabalgata debería representar escenas de la vida cotidiana de la huerta y sus costumbres, en cambio tiene un carácter abigarrado y ridículo. En el mismo artículo, tiene unas palabras en defensa de los de los murcianos de la capital, frente a los de la huerta, ya que estos últimos, piensan que se les está ridiculizando. Decía “ ¿ es que es tan fácil, como algunos se figuran, representar al tipo de Perráneo?….. Se critica a los imitadores, con los cientos de bandos escritos en huertano, llenos de atrocidades, que estos no han dicho ni pensado nunca.

Continúa

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